(This post is also available in English) I. Caía la lluvia, el viento zarandeaba los árboles deshojados, y de tiempos pasados viene una imagen, la de un hombre alto y delgado, viejo, ahora que está más cerca, por un camino inundado. Trae un cayado al hombro, un gabán embarrado y antiguo, y por él se deslizan todas las aguas del cielo. Delante vienen los cerdos, con la cabeza baja, rozando el suelo con el hocico. El hombre que así se aproxima, difuso entre las cuerdas de lluvia, es mi abuelo. Viene cansado, el viejo. Arrastra consigo setenta años de vida difícil, de privaciones, de ignorancia. Y no obstante es un hombre sabio, callado, que sólo abre la boca para decir lo indispensable. Habla tan poco que todos nos callamos para oírlo cuando en el rostro se le enciende algo así como una luz de aviso. Tiene una manera extraña de mirar a lo lejos, incluso siendo ese lejos la pared de enfrente. Su cara parece haber sido tallada con una azuela, fija aunque expresiva, y los ojos, pequeños y agudos, brillan de vez en cuando como si algo que estuviera pensando hubiera sido definitivamente comprendido. Es un hombre como tantos otros en esta tierra, en este mundo, tal vez un Einstein aplastado bajo una montaña de imposibles, un filósofo, un gran escritor analfabeto.
II. Mucho más complejo era el sistema de señales que mi abuela utilizaba para saber cuánto dinero estaba gastando en la tienda, y nunca la vi equivocarse ni en un centavo. Trazaba en un cuaderno círculos con una cruz dentro, círculos sin cruz dentro, cruces fuera de los círculos, trazos a los que ella llamaba palitos, alguna otra sinalefa que ahora no recuerdo. Con el dueño de la tienda, que se llamaba Vieira, algunas veces la vi contraponer sus propias cuentas al papel que él le presentaba y ganaba siempre en el ajuste. Nunca me perdonaré no haberle pedido uno de esos cuadernos, sería la prueba documental por excelencia, incluso podríamos decir que científica, de que mi abuela Josefa había reinventado la aritmética…
Tomados de: Saramago, J., 2007, Las pequeñas memorias, Alfaguara, México, pp 154-155 y 159.
ENGLISH VERSION
Two texts on illiterate people
I. It was raining, the wind was shaking the trees, and from old times comes the image of a tall slim old man, who is closer now, walking through a flooded path. He brings a crook on his shoulder, and an old muddy coat, and all the water from the skies is falling down on him. In front of him two pigs, with their heads down, smelling the ground with their noses. The man who so approaches, diffused among the waters, is my grandfather. He is old and tired. He has now lived seventy hard years full of privation and ignorance. Still, he’s a wise man. He does not speak much, and says only what’s strictly necessary. He speaks so little that we all get silent when his faces gives a hint that he is about to speak, like a warning. He has a strange way of looking far away, even when far away means the wall right before him. His face seems to have been carved with an adze, fixed, still expressive, with small sharp eyes that shine once in a while as if he just figured out something he had been thinking about. He’s a man like many others in this land, in this world, maybe an Einstein stuck under a mountain of impossibilities, a philosopher, a great illiterate writer.
II. Far much complex was the system of signals that my grandmother used to know how much she was spending in the market, and she never got it wrong, not a penny. Using a notebook, she would draw circles with a cross inside, circles without a cross, crosses outside the circles, which traces she would call picks, or something else I don’t remember now. She would sit and discuss with the shop owner, who was called Vieira, and she was always right. I will never forgive myself for not having asked her for one of those notebooks, it would be the evidence, scientific evidence indeed, that my grandmother Josefa reinvented the arithmetic …
Taken from: Saramago, J., 2007, Small Memories, Alfaguara, Mexico, pages 154-155 and 159.
Source: Revista Decisio, No. 19, January-April 2008. Special Issue: Stories of Adult People Learning to Read and Write.