Argentina

Bernardo: “El hecho de estar intramuros implica que estamos olvidados del sistema”

Cuéntame, estás enseñando en la cárcel, ¿desde cuándo? ¿En qué cárcel?
Estoy trabajando hace dos años en el Centro de Régimen Cerrado, con los chicos que están privados de libertad que son menores de edad. Soy profesor de la secundaria, de la materia lengua y literatura.

Como docente en ese contexto ¿hay algún desafío específico que te gustaría mencionar?
Sí, un desafío de todos los días es cómo llevar la práctica docente, cómo hacer que un chico que nunca estuvo en una escuela, por condiciones personales, porque dejó de interesarle o porque fue excluido, cómo lograr que a él le interese volver a estudiar, cómo lograr generar un vínculo con él. También uno cuenta con muchas cosas que son en contra, que es cuando a los chicos los rotan mucho. El chico está dos meses y se va, y él ya sabe que va a estar dos, tres meses, entonces para que va a estudiar hay que convencer en muy poco tiempo. Quizás para adultos hay ciertos favores para achicar la condena, en cambio en menores es muy rápido el proceso que está y que se va, entonces hay poco tiempo.

¿Hay algún apoyo específico que necesitas como docente para ejercer tu trabajo?
Sí, siempre el apoyo se da entre colegas, estamos allí, amamos lo que hacemos y creemos que la educación es un derecho humano y trabajamos por eso. Hay muchas cosas en contra: el Ministerio de Educación quizás garantice la educación, pero no sé si de calidad. El hecho de estar intramuros implica que estamos olvidados del sistema. A veces no estamos bien pagos, a veces no nos llegan materiales, marcadores para escribir, a veces la misma cárcel lleva chimentos al Ministerio de Educación y después nos vienen. Estamos como vigilados por la misma institución penal y en realidad, no hay un apoyo concreto, no dicen los apoyamos, no hay un proyecto bien diseñado, todavía está muy nuevo esto.

Con relación a la formación de maestros ¿hay alguna recomendación que te gustaría hacer para que funcione en ese contexto?
Es muy raro porque por un lado si la escuela de dentro tiene que ser igual a la de afuera, cualquier docente podría ir ¿no? Yo también trabajo de noche en un barrio de Soldati, que es un barrio muy picante de la zona sur de la capital, como que a mí me gusta ese tipo de prácticas. Hay docentes que no, que les gusta más lo cómodo. Entrar en una cárcel, no es para cualquiera, no porque haya que formarse más, sino porque uno tenga esa veta, que le guste, si no en el profesorado tendría que haber especializaciones en barrios vulnerables, en barrios ricos, el método es todo igual, la educación es igual, uno se adapta a eso y uno va acorde a donde le gusta. Me parece que es así, no sé si debería haber una formación especial de educadores.

¿Qué te gusta y que cambiarías en la educación en contextos de encierro desde tu experiencia?
Me gusta el trabajo en equipo, hay muchos docentes que aman lo que hacen, el desafío de todos los días. Y el vínculo ¿no? Te encuentras con un chico después en la calle, que salió, que está armado todo y (te dice) “¿Como andás?”. Te saludan o te buscan por Facebook después, cuando salen, hay un vínculo, se generó algo. Yo sé que algún día, no por mi trabajo, y sí porque a él un día le van a caer las fichas y va a estudiar algún día cuando él lo decida, tal vez no ahora, o después de 5 años, o cuando sea padre. Después lo que cambiaria es que intramuros estamos muy olvidados, entonces no sé si todos los docentes están del todo convencidos de lo que están haciendo, están ahí porque al estar olvidados, les permite faltar, les permite enfermarse, como que eso en realidad opaca mucho el trabajo que se hace en conjunto y genera también un poco de desigualdad a la hora de empujar un proyecto. Eso si lo veo mal y es algo ético, eso sí se puede trabajar en los profesorados en esta especie de especialización en  cualquier ámbito.

¿Cuáles son tus recomendaciones al sistema educativo de tu país?
Sería bueno generar un proyecto que no sea como el de afuera, no sea para llevar la escuela de fuera para allá… Tiene que ser igual, pero el chico es distinto, entonces como que habría que hacer algo, un proyecto de educación paralelo al de afuera, pero que surja también de la base, que nos consulten a mi o a cualquiera, qué es lo que está bien o está mal, qué hacer, qué no hacer, qué proyectos generar y eso. Y después también pensar cuando el chico egresa, sale ¿qué pasa? ¿A dónde va? A su barrio, a la misma esquina, está olvidado de nuevo y, otra vez, a los dos meses vuelve a delinquir porque no tiene otro proyecto de vida. Me gustaría que el pibe, cuándo salga, vuelva a seguir estudiando, o de buscar la forma de que se genere una escuela que no sea la de afuera directo, que sea una intermedia, con grupos reducidos para que el chico no se sienta que es parte del montón y hasta se termine yendo, porque si está o no, es lo mismo. Es una escuela intermedia antes de la de afuera, tal vez un año lectivo antes del de afuera.

Bernardo, 31 años, Buenos Aires, de la Capital Federal. Educador en contextos de encierro.

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