Fuente: Palabras que liberan
Por: Manuel Jesús Esparza
Jugaremos al juego del misterio. No te conozco y tú no sabes quién escribe. Sólo nos une el enigma del rostro de las letras y algunas palabras sueltas que leerán en algún momento tus ojos. No resulta fácil escribirle a lo desconocido, a lo invisible, pero sé que pronto esta carta la recorrerá tu mirada atenta.
Tengo que hablar con el corazón y pedirle al tuyo que escuche. Soy un condenado, alguien que no vive en tu mundo porque el destino, o la estrella que me tocó en suerte, así lo quiso.
Mi sueño es escribir, intercambiar ideas y así cultivar esa planta que se llama amistad. No soy tan distinto a ti como piensas. Tengo corazón, alma y sentimientos. Tengo culpas y muchos años perdidos, que jamás recuperaré. Ayúdame a alimentar las ganas de vivir, a recuperar alegrías y sueños.
Te ofrezco mi corazón abierto y mis manos llenas de soledades buenas.
¡Contéstame! Serás desde este instante una espera más, una llave distinta para saberme en libertad.