¿Desde cuándo trabajas como educadora en contextos de encierro?
Desde abril del 2011, comencé como una pasantía de manera de auxiliar docente en el Penal de Villa Las Rosas, de Salta, capital, para dar el apoyo de comprensión y producción de textos. Existe un convenio entre la Universidad Nacional de Salta y el Servicio Penitenciario Provincial para dictar la carrera de ciencias de la comunicación dentro del Penal de Villa Las Rosas. Entonces yo entré a partir de una beca de formación que son las denominadas pasantías para colaborar con la comprensión y producción de textos, que es una materia que es digamos una de las materias eje del primer ano que tienen, después vienen todas las correlativas.
¿Qué te gusta y qué cambiarías en el actual sistema de educación en contextos de encierro?
Bueno, me gusta que las personas que están en contextos de encierro se enganchan mucho con las actividades que se les lleve, desde culturales, deportivas, musicales, de educación y yo cambiaría por ahí las leyes en cuanto a las salidas, por ejemplo. Para que salgan ellos a participar de un evento, o bien tiene que existir un convenio, o bien el juez es el único que tiene la palabra para autorizar si determinada persona sale o no sale. En el caso de las universidades, que revean esto de que los uniformados y personas armadas no pueden entrar porque ellos por ejemplo se pierden de asistir a algún congreso justamente porque no pueden entrar con la custodia.
¿Qué desafíos encuentras para ejercer tu trabajo en el contexto de cárcel?
Uno de los desafíos es armarse de paciencia para esperar, esperar las requisas. Hay elementos que no se pueden pasar, por ejemplo la semana pasada tuve problemas por una computadora. En la unidad de mujeres, por ejemplo, se dificulta porque si voy con un pendrive ya no paso, si voy con dos pesos más del límite que se puede, ya no paso, si voy con una computadora, ya no paso, y con todo el tiempo de espera que tenemos que tener.
¿Hay algún apoyo específico que necesitas como docente para ejercer ese trabajo?
Mira, el apoyo específico es el apoyo económico ¿si? Porque para sostener esa carrera se está sosteniendo a partir de la base de la voluntad. Dos cargos, nada más tiene la carrera: uno de coordinación que es rentado, el de beca de formación que yo sigo con la formación y el resto es voluntariado. Hay compañeros, hay profesores que van a hacer el apoyo docente, cuando se tendrían que crear cargos para que funcione la carrera. No se le puede exigir a un docente que vaya a dar clases si no es rentado, entonces la voluntad por ahí se pierde porque hay docentes que ya hacen trabajo de extensión.
¿Cómo evalúas la formación de maestros para la actuación en contextos de encierro, hay alguna recomendación que harías?
Básicamente para entrar tenemos que tener una formación específica, tengo entendido que en mi país se hacen cursos previos de formación para los docentes en contextos de encierro. En mi caso fue así todo espontáneo, yo ingresé, no hice el curso jamás, sabía que entraba a trabajar a una institución penitenciaria. Lo que yo recomendaría es: los problemas personales, dejarlos de la puerta para afuera y de la puerta para adentro entrar con la actitud positiva, con una alegría, con ganas de incentivar y de contagiar cosas positivas en ellos, o sea, las personas que están privadas de libertad ya tienen problemas y cargan con muchas cosas.
¿Qué recomiendas para la educación en tu país, más allá del contexto de cárcel?
Que básicamente se financien proyectos que sean factibles y desde la nación se ejercite políticas públicas para brindar actividades de todo tipo: culturales, educativas, deportivas… Por ejemplo, en Tartagal los chicos tienen acceso a Internet, en Salta no; entonces ellos están siempre constantemente especulando: “bueno, si yo me voy a Tartagal, voy a obtener más beneficios, porque si estoy en Tartagal voy a poder conectarme”, entonces por ahí que todo sea parejo para todos, que todos tengan las mismas posibilidades de acceso.
Silvia Mendoza, 29 años, profesora en cárceles, Salta, Argentina.