Por Marina Martins Gonzalez, para la CLADE
Como contribución a la reunión de balance intermedio de la VI Conferencia Internacional de Educación de Adultos (CONFINTEA VI), que tendrá lugar en octubre en la República de Corea, realizamos una serie de entrevistas a expertas/os en educación de personas jóvenes y adultas (EPJA) de América Latina y el Caribe, con miras a discutir los avances y desafíos pendientes respecto a la garantía de esta modalidad educativa como un derecho humano en nuestra región.
En esta séptima entrega, entrevistamos al investigador y experto en EPJA de Perú, Cesar Picón Espinoza, quien nos comenta los retos de la educación de jóvenes y adultas/os en su país, entre ellos: el presupuesto insuficiente, la falta de participación de la sociedad civil en el debate y definición de las políticas para esta modalidad educativa, y la necesidad de repensar los planes y programas de EPJA desde los enfoques de la interculturalidad y del atendimiento a las peculiaridades, necesidades y expectativas de las personas jóvenes y adultas. “La EPJA es una pedagogía desde la experiencia. Eso quiere decir que el adulto no parte del cero en su experiencia educativa, sino que ya tiene conocimiento y experiencias previas. ¿Cómo captarlas, cómo sistematizarlas, cómo estructurarlas dentro de un enfoque curricular moderno, flexible y diversificado? Ese es uno de los grandes retos”, afirma.
¿Cuáles son, en tu mirada, los principales avances y retrocesos registrados en el ámbito de la EPJA en su país, en los últimos 6 años, desde la CONFINTEA VI en Belém do Pará, Brasil?
En términos de avances, se vienen reactivando los esfuerzos del Ministerio de Educación en alianza con organismos del Estado y de la sociedad civil, pero podría decir que requieren consolidarse, ampliarse y profundizarse. Algo se ha avanzado dentro de la concepción propia y limitada que existe en mi país sobre educación de adultos. Hay un equipo de líderes jóvenes de educación de adultos en la referida dependencia estatal y es una promesa de cambio en concepciones, valoraciones y estilos de trabajo.
Tuvimos en la reforma educativa de los años 70 políticas muy avanzadas, que fueron tomadas como referentes internacionales en su época. Políticas que abordaban los sentidos esenciales de la educación de adultos, no solamente en cuanto a su función propiamente educativa, sino en su papel de promover el desarrollo integral de las personas, de las comunidades locales y de la sociedad peruana desde una perspectiva transformadora, para que las y los educandas/os de esta modalidad educativa fueran formadas/os para desempeñarse como actores fundamentales de la vida familiar, comunitaria y social. Pero de ese tiempo hasta hoy, ha habido una involución. El Ministerio de Educación peruano, en la práctica, todavía sigue partiendo de la premisa de que la educación de adultos es su responsabilidad exclusiva, cuando la realidad es que solo atiende a un 5% de las necesidades y demandas educativas de la población joven y adulta. El porcentaje restante es atendido por otros organismos del aparato del Estado y por organizaciones de la sociedad civil.
¿Nos podría dar algunos ejemplos?
El Ministerio de Educación atiende anualmente a un promedio de 300, 000 personas jóvenes y adultas. En el estimado más conservador la demanda potencial es de más de ocho millones de jóvenes y adultos de distintas categorías.
Todos los Ministerios y demás organismos del Estado trabajan con la educación de personas jóvenes y adultas, mediante actividades de capacitación y actualización de estas personas, según sus objetivos sectoriales. Son acciones de actualización, jornadas de formación y de capacitación, que toman distancia de la educación de adultos tradicional. Las organizaciones de la sociedad civil también promueven acciones educativas, pero el sector que de hecho se reconoce como realizador de acciones educativas, dentro de corrientes pedagógicas transformadoras, es el de la educación popular.
En suma, todos los organismos del Estado y todas las organizaciones de la sociedad civil y comunitarias realizan la educación de personas jóvenes y adultas para el cumplimiento de sus propósitos específicos. Pero la educación de adultos no tiene esa identidad amplia, sino que sus ofertas está fraccionadas y desarticuladas y no cuentan con las interconexiones dinámicas de un sistema de trabajo que sea capaz de atender, en forma solidaria y complementaria, a las diversas categorías de jóvenes y adultos, teniendo en cuenta las características específicas de sus contextos y de los sujetos educativos.
¿En el ámbito legislativo, hubo avances significativos para la EPJA en su país?
Hubo avances en el sentido de la reglamentación y de la normatividad de la educación básica alternativa, la cual pone en un mismo espacio a las niñas, niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas, con resultados parcialmente satisfactorios. En la sociedad civil se llama educación básica alternativa a un nuevo modo de hacer la entrega de la educación básica por intermedio de la educación popular y de otras corrientes más amplias y de desarrollo transformador, tales como: la pedagogía crítica con jóvenes y adultos, pedagogía del sujeto, pedagogía desde la experiencia, enfoque ecológico, enfoque de género y otras emergentes en estos nuevos tiempos.
El avance en la institucionalidad se desarrolló desde una perspectiva tradicional que considera que la educación de adultos tiene techos limitados, que es una educación exclusivamente para sectores de la población en situación de vulnerabilidad, marginación, pobreza y exclusión. Pero la EPJA también es fundamental para otros sectores o categorías de jóvenes y adultos de las áreas rurales y urbanas del país. En ese sentido, un desafío es resignificar los nuevos sentidos de la educación de personas jóvenes y adultas en nuestra sociedad actual, respetando nuestro pasado y mirando hacia el futuro, con un sentido de justicia social y “justicia educativa”.
Otro aspecto importante es que hay una normatividad, pero una normatividad congelada, de corte burocrático. Está allí, pero nadie lo difunde, ni lo promueve o fomenta. Me refiero, por ejemplo, a los mecanismos de certificación de los aprendizajes que están en la ley general de educación, pero su desconocimiento hace que muchas personas no tengan conocimiento sobre su existencia.
La EPJA tiene en cuenta los aprendizajes previos en términos de informaciones, conocimientos y experiencias. Esto quiere decir que el adulto no parte del cero en su experiencia educativa, sino que ya tiene un acumulado, un capital cultural. ¿Cómo captarlo, sistematizarlo, estructurarlo dentro de un enfoque curricular moderno, flexible y diversificado? Ese es uno de los grandes retos de la EPJA. Para eso debe elaborarse un marco curricular nacional, que sirva como referente para elaborar currículos específicos que atiendan las necesidades y demandas de los diversos tipos de jóvenes y adultos, dentro de las desigualdades existentes; y deben funcionar bien los mecanismos de evaluación, acreditación y certificación de aprendizajes.
¿En su país, existen políticas y proyectos específicos que contribuyan al derecho a la EPJA que sean pertinente para grupos de población vulnerables?
Entre los actores involucrados hay consenso sobre esta necesidad y demanda. Sin embargo, todavía no hay políticas ni estrategias direccionadas a las poblaciones en situación de vulnerabilidad, marginación, pobreza y exclusión.
Sin embargo, se reconoce como algo importante la emergencia de liderazgos de autoridades y funcionarias/os del Ministerio de Educación en el tema de la educación para personas jóvenes y adultas en contextos de encierro.
En resumen, sí hay algunas acciones, pero no suficientes. Hay un amplio trecho por recorrer en este dominio. El presupuesto público nacional destinado a la EPJA es bastante limitado y, de otro lado, dicha modalidad no forma parte de la agenda educativa prioritaria del país. Es de esperar que haya cambios institucionales y la EPJA no sea vista simplemente como una política sectorial, sino como una modalidad transversal, amplía, compleja y que debe desarrollarse en un sistema de red, donde muchos actores puedan gestionarla desde el Estado y la sociedad civil. ¡Qué formidable sería para mi país que los actores involucrados, después de un amplio debate, pudiéramos concertar un sistema de red, donde no haya dependencia administrativa sino una labor articuladora y coordinadora del Ministerio de Educación! ¡Qué bueno sería articular y generar sinergias entre las diversas acciones que se realizan en el interior y la capital del país, dinamizando e interconectando los distintos espacios de aprendizaje para las personas jóvenes y adultas!
¿Cuáles serían estos otros espacios de aprendizaje?
El espacio educativo-institucional es uno, pero hay también el espacio familiar, donde el joven y el adulto tienen mucho que aprender y mucho que enseñar. Hay los espacios de las organizaciones de la sociedad civil y del Estado, los aprendizajes que se hacen en los medios de comunicación tradicionales y emergentes y las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Están también los inter-aprendizajes espontáneos, que se dan en diversos momentos de nuestra vida y los aprendizajes interculturales. Somos sociedades multiculturales, pero nos conocemos poco. Quizás estamos desarrollando actitudes de respeto y tolerancia, pero no necesariamente desarrollamos interconexiones culturales dinámicas y reales. Aprovechando nuestro rico bagaje histórico-cultural se está encarando el desafío de construir una genuina educación intercultural.
Por ejemplo, lo que se llama en mi país educación intercultural y bilingüe parte de una concepción muy parcial. Históricamente nació para los niños y niñas indígenas, desde la educación primaria. Tal enfoque es cuestionable. ¿Solamente los niños y niñas de los pueblos andinos y selváticos deben ser interculturales? ¿Acaso los niños y niñas que no pertenecen a esos pueblos no deben ser interculturales? ¿Tampoco las personas jóvenes y adultas lo deben ser? Es una muestra de lo mucho que hacer en el campo de las políticas de EPJA.
Entonces, ¿dentro de la política de educación intercultural bilingüe que se promueve en el Perú, no hay ninguna modalidad para jóvenes y adultas/os?
Probablemente el Perú sea uno de los países donde más se ha producido sobre educación intercultural. Lo que no hay es la suficiente sensibilidad y visión para que la interculturalidad se extienda a la educación de todas las personas, inclusive a las personas jóvenes y adultas que viven en el campo y en la ciudad. Hay que dialogar y concertar una política de Estado en el campo de la interculturalidad y de una de sus vías estratégicas que es la educación intercultural. Lo que hay tradicionalmente en mi país son avances en la educación intercultural bilingüe para la educación primaria de las poblaciones indígenas andinas y selváticas. Más allá, hay estudios y propuestas que pueden servir para el logro del propósito señalado. Desde el Estado y la sociedad civil se vienen realizando algunas acciones de EPJA, con el enfoque de interculturalidad, que tienen buenos resultados. Pero es algo que se debe socializar e institucionalizar.
¿Existen espacios de participación y consulta para la sociedad civil y los diferentes actores de la comunidad educativa, sobre las políticas de EPJA de su país o localidad?
No hay restricciones a la participación de las organizaciones de la sociedad civil y las personas interesadas, pero no siempre hay convocatorias, ni espacios de participación institucionalizada, fomentada, impulsada, alentada y desarrollada por el Ministerio de Educación. No se promueven consultas con los sectores involucrados, las cuales deberían darse no solo a distancia, sino que también a través de encuentros presenciales. Debo reconocer que en estos dos últimos años tal situación está cambiando.
No se puede partir del supuesto de que todas las consultas deban realizarse por internet, pues así las respuestas serán mínimas. Hay que fomentar la participación por mecanismos eficaces y eficientes. La sociedad civil hoy está comenzando a tener algunos espacios para contribuir a la construcción de políticas y recomendaciones al desarrollo de la EPJA en mi país. Hace dos meses hemos sido invitados por el Ministerio de Educación personas comprometidas con la EPJA y que trabajamos en forma independiente o en organizaciones de la sociedad civil, con el fin de participar en el debate sobre la elaboración de un nuevo currículo nacional de educación básica alternativa de jóvenes y adultos.
Hay la necesidad de ampliar los espacios de diálogo y participación para que las personas, movimientos y organizaciones involucradas en la EPJA tengan la oportunidad de aportar con sus reflexiones y propuestas para construir una EPJA desde una visión sistémica, transversal, intercultural, interdisciplinaria y multisectorial.
¿Los recursos del Estado y presupuestos asignados para garantizar la realización de la EPJA como un derecho humano fundamental en el Perú son suficientes?
Los recursos para la educación en general y la EPJA en particular son insuficientes. Ha habido, hay que reconocer, un aumento razonable del gasto educativo público por niña o niño en la educación básica. Pero en la educación básica para personas adultas, siempre la cifra está muy por debajo. La última que revisé y corresponde a años anteriores, estaba por debajo de 900 dólares al año por estudiante. Obviamente no es posible generar una educación de calidad para jóvenes y adultos con bajos presupuestos. Es necesario crear un fondo nacional específico para la EPJA, que responda a sus demandas y promueva su articulación con los distintos campos de la vida nacional, contando con el apoyo del Estado.
Es también necesario garantizar la autonomía de las instituciones de la EPJA, que hoy son totalmente dependientes de las instancias de gestión del Ministerio de Educación. En el 2016, el Ministerio de Educación siguió nombrando a los directores de los centros de educación básica de EPJA. Si les confiamos a los centros educativos la tarea más delicada, que es la formación de las personas, ¿por qué no les damos un poco de confianza para que puedan administrarse? No solamente desde el punto de vista educativo y pedagógico, sino también desde el punto de vista administrativo y financiero.
No hay en mi país un solo centro dedicado exclusivamente a la EPJA. Las personas jóvenes y adultas suelen estudiar en los locales “prestados” por los centros de educación básica de las niñas y niños. Hay que pensar también en formas creativas y adecuadas de infraestructura que atiendan a las necesidades y expectativas de la población joven y adulta, haciendo el uso de las nuevas tecnologías y de la capacidad instalada de la sociedad civil y del Estado. El financiamiento es una deuda histórica y sigue siendo el talón de Aquiles de la educación de adultos. Los profesores de esta modalidad educativa son mal pagados, poco valorados y no tienen acceso a procesos de formación y profesionalización.
¿En qué medida el Estado se hace cargo de garantizar el derecho a la EPJA en su país, y en qué medida se ausenta o transfiere esa responsabilidad al sector privado, ONG u organizaciones comunitarias?
Las organizaciones comunitarias impulsan sus propias iniciativas de EPJA con escasos recursos. Anteriormente, había apoyo del Estado a esos esfuerzos de educación popular comunitaria. Pero, en la Administración anterior se eliminó de las políticas del Ministerio de Educación la educación comunitaria. Desde entonces, no se fomenta, no se alienta, ni se apoya este tipo de educación, cuando se trata de un patrimonio tradicional de la educación peruana, en sus principales vertientes de educación indígena y de educación campesina. Tenemos raíces históricas comunitarias y la educación comunitaria es muy rica. Debemos incidir en las políticas educativas para que se rectifique este error burocrático.
¿Qué otras recomendaciones le gustaría hacer a las autoridades de su país y del mundo, para que se impulse el derecho a la educación de las personas jóvenes y adultas?
Es necesario un diálogo nacional sobre las políticas de EPJA para los tiempos que estamos viviendo, tomando lo mejor del pasado, eliminando aquello que no caminó, estableciendo los grandes rumbos para la educación de adultos del futuro y teniendo en cuenta nuestra amplia y rica diversidad, no sólo cultural, sino también social, ecológica, étnica, territorial y nuestras singularidades y potencialidades de aprendizaje.
Creo que definir las políticas de EPJA es algo fundamental. Asimismo, es importante que la sociedad civil dialogue ampliamente sobre la naturaleza de la EPJA. Pues, no se trata de una simple modalidad, es mucho más que eso. Es un gran movimiento de carácter cultural, social, político y educativo que debe resignificarse en el sentido de ser, en uno de sus sentidos, un movimiento pedagógico que utilice las corrientes pedagógicas transformadoras que tenemos en nuestros países e impulse innovaciones y emprendimientos orientados a la solución de problemas específicos.
Es necesario definir con claridad en las políticas el enfoque intercultural de las acciones de EPJA y la profesionalización de la carrera docente, con formación inicial y continua para las y los educadoras/es que actúan en esta modalidad educativa, en los escenarios del Estado y de la sociedad civil. No hay programas específicos de formación para la EPJA en mi país.
Es un desafío construir nuevos paradigmas en la EPJA, atendiendo a las realidades. Que cada país determine la estructura que quiera adoptar, pero reconozca que la EPJA se impulsa desde la articulación entre organizaciones de la sociedad civil, organismos del Estado, universidades, entre otros actores. Es fundamental considerar que son distintos los espacios y formas de aprendizaje de los jóvenes y adultos que, en estos tiempos, deben desaprender, reaprender, hacer nuevos aprendizajes y estar en permanente actualización.
Es necesario que haya una valoración política y social al maestro, al educador de adultos, por parte del Estado y de la sociedad civil. Es de la mayor relevancia estratégica un acercamiento de la EPJA a la Educación Popular para dialogar y definir algunas líneas comunes de trabajo. Urge impulsar, además, iniciativas de sensibilización de la ciudadanía para que la EPJA sea aceptada y reconocida como una expresión educativa de enfoque transformador y como una de las inversiones económicas, sociales y culturales más significativas que puede y debe hacer un país.
Para concretar lo anteriormente señalado un desafío para nuestro sistema educativo es trascender lo escolar y lo formal e ir a un sistema de educación abierta, con el enfoque de aprendizaje a lo largo de la vida, y con el soporte de una sociedad educadora y de una práctica social de diálogo y de negociación política y cultural que permita superar conflictos y diferencias. Para ello es necesario diseñar, desde ahora, cuáles son los cambios posibles y cómo las políticas actuales deben responder a esos cambios, con el carácter de políticas de Estado y no de gobierno. En tal visión, las políticas de gobierno tendrán un amplio margen para realizar sus principales aportes e iniciativas dentro de un sentido esencial de una continuidad orgánica de esfuerzos de los gobiernos y de las sociedades civiles para contar con una educación de calidad para todas las personas incluyendo en la agenda educativa prioritaria a las personas jóvenes y adultas.