Como preparación y contribución a la reunión de balance intermedio de la VI Conferencia Internacional de Educación de Adultos (CONFINTEA VI), que tendrá lugar en octubre en la República de Corea, venimos divulgando una serie de entrevistas a expertas/os en educación de personas jóvenes y adultas (EPJA) de América Latina y el Caribe, con miras a discutir los avances y desafíos pendientes respecto a la garantía de esta modalidad educativa como un derecho humano en nuestra región.
En esta séptima entrega, entrevistamos a Carmen Colazo, consultora experta en género y educación, que es argentina, pero vive hace muchos años entre ambos países, y nos comenta los retos y oportunidades en el Paraguay en lo que toca a alcanzar el fin del analfabetismo y garantizar políticas y programas de EPJA desde una perspectiva de género y respeto a la diversidad. “En el Paraguay se deben desagregar los datos sobre los niveles de lectoescritura de la población por sexo, género, edad, localidad urbana/rural, lengua, etnia, estrato social, acceso y apropiación de nuevas tecnologías. Hay que trabajar las desigualdades entrecruzadas, con todas esas variables, porque es un país con desigualdades entrecruzadas” afirma.
¿Cuáles son los principales avances y retrocesos registrados en la EPJA en Paraguay, en los últimos 6 años, desde la CONFINTEA VI en Belém do Pará, Brasil?
En el año 1992 la Constitución Nacional dispuso una educación sin discriminaciones de ningún tipo dentro del sistema educativo paraguayo; en 1998 se dio la primera Ley General de Educación del país, que tiene elementos de no discriminación y de igualdad. Y, del 2004 al 2008, que es el período en que más nos centramos, se genera un Plan Nacional de Alfabetización que se llama “Por un Paraguay Alfabetizado”, con todos los criterios de educación a lo largo de la vida, tratando de bajar al Paraguay las políticas de las CONFINTEAS.
No obstante, el país tiene un problema de base, que es el problema cultural de la diversidad de lenguas; lo que representa una riqueza pero también un desafío educativo. Desde la Constitución de 1992, hay dos lenguas oficiales en el país, el castellano y el guaraní. Pero, la historia de la cultura paraguaya ha tenido una hegemonía enorme del castellano, aunque el guaraní sea la lengua más extendida: prácticamente el 87% de la población paraguaya habla guaraní, de acuerdo a datos censales del año 1992, o al menos un 77%, constatados en el año 2002. Sin embargo, hasta el día de hoy, todos los sistemas de alfabetización tienen una preponderancia del castellano, porque es la lengua que más se desarrolló históricamente. El guaraní fue una lengua completamente discriminada y dejada de lado, a pesar de ser la lengua madre del país. Como te digo, recién en la Constitución de 1992 se la reconoce como lengua oficial y allí se obliga a que el sistema educativo, el Ministerio de Educación y todos los planes, programas y proyectos tengan en cuenta el desarrollo del bilingüismo guaraní-español.
Del 87 % de la población de habla guaraní, cerca del 40% era monolingüe en este idioma (37 %), según datos censales de 1992. El censo del 2002 redujo el número de personas guaraní parlantes en un 77% y monolingües guaraníes a 27 %, lo que seguiría bajando según datos parciales; pero esto no se refleja en los diálogos de la población en la vida cotidiana, que utilizan el guaraní como lengua primordial de comunicación aún en la capital. La porción de la población que escribe, lo hace en español, pero, en general, tiene el guaraní como lengua madre. Por todo esto, hay un gran problema de inclusión en el sistema educativo, ya que las personas no ingresan o desertan porque llegan con una lengua madre guaraní a un sistema educativo predominantemente en español. Según datos oficiales actuales, el Paraguay tiene 5,3% de personas analfabetas. Sin embargo, si uno toma en cuenta otros indicadores además de la cantidad de años que la persona pasa en el sistema educativo, hay una dificultad cualitativa de conceptualización de la lengua española propia de la realidad cultural-linguística diversa. Lógicamente, el al menos 77 % que tiene el guaraní como su lengua madre, presenta problemas de lectoescritura bastante graves en todo el sistema, que se visibilizan, incluso, en participantes de Post-Grado.
¿En este período, qué otros avances se podrían destacar?
Como mencionaba, un avance fundamental es que la legislación y los planes del sistema educativo tengan en cuenta el bilingüismo y otras lenguas indígenas (el Paraguay tiene 17 etnias, con cinco lenguas madres, no todas guaraníticas).
Se han ido estructurando programas de educación media, de educación formal y no formal, en base al concepto de educación de a lo largo de la vida. Así, un programa de educación básica bilingüe para jóvenes y adultas/os, que ha tenido más de 550 mil beneficiarias/os, en los 17 departamentos, que presenta enfoque de género. También un programa rural de educación bilingüe intercultural, por radio, PREBIR, con apoyo de la radio Fe y Alegría Jesuita, direccionado a personas a partir de los 15 años de edad, y también para aquellas/os que no concluyeron la educación básica. Este programa abarca 12 Departamentos.
Hay otro programa para la culminación de la educación básica, semipresencial, también para jóvenes y adultas/os de más de 15 años que hayan concluido el sexto grado. Con duración de un año y también bilingüe, el programa permite a sus estudiantes completar el séptimo, el octavo y el noveno grado. Luego, existe un programa de educación media para jóvenes y adultos, que también es bilingüe, con duración de dos años y cuatro niveles de enseñanza, que corresponden a la conclusión de la secundaria.
En el sistema no formal, se desarrolla el programa de Educación Bilingüe de Jóvenes y Adultos PRODEPA, con apoyo de la Cooperación Española. Este existe desde el 2000 y sigue la metodología de Paulo Freire. En este momento, hay más de 22 mil personas que se han sumado a este programa, que actúa en las cárceles, en regiones orientales, más alejadas, con empleadas domésticas, etc. Es un programa para la alfabetización que ha tenido mucho éxito, pues tiene componentes de formación laboral, salud, educación familiar y educación ambiental. La iniciativa aplica la idea de educación contextualizada, alfabetizando desde la realidad de las personas que participan. Las personas que participan no quieren entrar en un sistema formal de primaria y secundaria, pero sí quieren tener una educación que les sirva para trabajar, para vivir, para relacionarse. Este programa apunta a eso.
También se desarrolló en el país el programa Teleclases, en base al método “Yo, sí puedo”, que se socializó desde Cuba y que tiene una forma muy rápida de alfabetización.
¿En su país, existen políticas y proyectos específicos que contribuyan al derecho a la EPJA que sean pertinente para grupos de población históricamente marginados?
Para personas con discapacidad, sí hay. El Ministerio de Educación, en general, impulsa sus políticas teniendo en cuenta todo el espectro de las personas que lo necesitan. El problema es que, en este momento, tiene una falencia presupuestaria muy grande en relación a la complejidad que debe abarcar en Paraguay, sobre todo en relación a la diversidad de lenguas, étnicas, del medio rural a la ciudad, de género, etc.
Los programas de alfabetización y EPJA que te comenté, tanto los formales como no formales, tienen una mayor presencia de mujeres que de varones. Pero, en el gobierno de Lugo Méndez, se ha suprimido una política que se venía impulsando entre el Ministerio de la Mujer y el Ministerio de Educación: el Programa de Igualdad de Oportunidades y Resultados para las Mujeres en la Educación (PRIOME). Este programa, fue muy importante porque se realizaba de manera inter-ministerial e intersectorial, multidisciplinariamente. La iniciativa se impulsó del 1995 hasta el 2005, y abordaba cuatro componentes: a) reforma curricular desde la perspectiva de género; b) formación y actualización docente desde la perspectiva de género; c) modificación de textos y materiales educativos incluyendo la mirada de género; y d) sensibilización a todas las autoridades nacionales sobre la importancia de la inclusión de género en la educación. Luego, se incorporaron algunas áreas que eran, por ejemplo: la no violencia (el trabajo sistemático y sostenido para superar la violencia contra las mujeres desde los currículos y desde la actualización docente; en los concursos de textos y materiales del sistema) y las posibilidades de denunciar el maltrato, el acoso, la violencia sexual y de otros tipos de violencia en el sistema educativo.
Hace poco tiempo, se creó en el Ministerio de la Mujer, el Plan Nacional contra la Violencia hacia las Mujeres. El Plan, que tiene relación con el Plan Nacional de Igualdad entre Mujeres y Hombres, y que sigue los objetivos y metas de Beijing, sostiene algunas políticas que se desarrollaban en el PRIOME, pero no mantuvo la política interministerial que antes había, y no toma con la misma consideración la perspectiva feminista o de género.
Al no estar institucionalizada programáticamente la relación Ministerio de la Mujer y Ministerio de la Educación, cuesta mucho más desarrollar las iniciativas con la participación de expertas. Existen políticas en distintas áreas, pero no están planificadas de forma unificada entre dichos Ministerios. El liderazgo del Ministerio de la Mujer era muy interesante porque proponía una mirada mucho más feminista, realmente de género, y no de familia, como a veces propone el Ministerio de Educación, desde abordajes maternales y familiaristas.
¿Entonces, se puede decir que los currículos y planes de estudio de la EPJA en el Paraguay no incluyen la perspectiva de género?
En los programas de alfabetización que he nombrado, formales y no formales, los contenidos todavía son sexistas. En la educación para el trabajo, se ha modificado un poco esta mirada, porque se ha producido la inclusión de las mujeres en trabajos no típicamente femeninos. Antes, distintos sectores del gobierno trabajaron por la superación de la división sexual del trabajo y los roles de género, así como por el protagonismo de las niñas en la ciencia y tecnología. Esta mirada, que se acordó en Beijing, era impulsada de alguna manera bajo el liderazgo del Ministerio de la Mujer sobre el Ministerio de Educación, que es conservador e históricamente estuvo prácticamente hegemonizado por la Iglesia Católica. Se llamaba Ministerio de Educación y Culto. Ahora se llama Ministerio de Educación y Cultura, ya que desde el 1992 el Estado asume la libertad de culto y ya no sostiene política y económicamente el culto católico. Sin embargo, el Consejo del Ministerio de Educación sigue siendo formado por representantes de la Iglesia Católica, de manera preponderante, y ellos son contrarios a incluir la perspectiva de género en la educación por prejuicios sobre ella.
En la EPJA, muchas veces, les enseñan a las mujeres a cocinar, lavar, planchar, a tener salidas laborales de cocina, de corte y confección, y con ello se mantienen los estereotipos. El Ministerio de la Mujer es el que más ha peleado contra esos estereotipos y para abrir puertas hacia otros estudios a las mujeres, de manera que no sean siempre maestras o enfermeras, y que tengan otras miradas y oportunidades de profesionalización hacia el futuro, que les den más ingresos.
Dentro del Ministerio de Educación también hay compañeras que han tratado de cambiar esta mirada sexista, tratando de empoderar a las mujeres.
¿Existen espacios de participación y consulta para la sociedad civil y los diferentes actores de la comunidad educativa sobre las políticas de EPJA en Paraguay?
El Ministerio de Educación de Paraguay trabaja con la comunidad educativa, especialmente impulsando consultas a las madres y los padres de las y los estudiantes sobre el sistema educativo y reformas educativas. Sin embargo, no se contemplan totalmente los aportes recabados en estas consultas cuando son demasiado críticos al sistema educativo. Las madres y los padres paraguayas/os son muy participativas/os, hasta tal punto que ponen dinero para que se tenga una sala de aula, o lo que sea. Hay mucha gestión privada en la educación en el país. Ahora bien, muchos padres son conservadores y críticos a la inclusión de género por influencia de las Iglesias.
En su país, los recursos del Estado y presupuestos asignados para garantizar la realización de la EPJA como derecho humano fundamental, ¿Son suficientes? ¿Se han incrementado?
En la época del presidente Fernando Lugo, estos recursos se aumentaron, y le dieron mucha prioridad a la educación en el campo y a la educación bilingüe. Pero, no veo que estos esfuerzos hayan sido suficientes. Paraguay tiene un problema muy grande, que es el bilingüismo no desarrollado, con dos lenguas con dificultades de conceptualización, mal habladas y mal escritas.
Obviamente, si uno es educador o educadora y sabe que al menos el 77% de la población tiene como su lengua madre el guaraní, la educación del país debiera empezar en este idioma (especialmente en el interior) y luego ir al español. Pero, jamás eso ha sido hecho, y tampoco se puede hacer, porque no hay profesores en cantidad suficiente, y el guaraní no está estructurado como una lengua común, que concilie el idioma hablado (lengua viva) con el reconocido por la academia.
Asimismo, en la zona de frontera entre Paraguay y Brasil, el portugués es muy fuerte como lengua, y la cultura de este país más desarrollado penetra en Paraguay, por lo que que la gente de esta región consigue fácilmente estudiar en las escuelas brasileñas locales, que tienen una mejor educación. Con ello se encuentra que las personas hablan “portuñol”, hablan portugués y hablan español, pero no se sabe qué tanto escriben en ambas lenguas. Eso quiere decir que hay la ausencia del Estado paraguayo y también ausencia de una política de fronteras. ¿Para qué está el Mercosur? Hay que analizar mejor estas diferencias y garantizar sistemas educativos que favorezcan la integración en estas zonas, y no la exclusión.
¿Qué recomendación específica haría as las autoridades de su país y a autoridades internacionales, para que se impulse el derecho a la educación de las personas jóvenes y adultas en América Latina y el Caribe?
Creo que es fundamental que se fidelicen los datos en Paraguay, pues aquellos que tenemos actualmente suelen no corresponder a la realidad cultural, sobretodo en temas de lectoescritura. Asimismo, se deben desagregar estos datos por sexo, género, edad, población urbana/rural (las cuales en Paraguay son muy diferentes), lengua, etnia, estrato social, acceso y apropiación de nuevas tecnologías. Se deben trabajar las desigualdades entrecruzadas, con todas esas variables. Afinar datos cualitativos también.
Hay la necesidad de medir las políticas de alfabetización y conocimientos aritméticos, considerando las desigualdades entrecruzadas, desde el inicio del proceso hasta el resultado y la evaluación del impacto, a través de indicadores. Urge, en ese sentido, desarrollar metodologías de visión compleja, ponderando los variables género, lengua, urbano/rural, pobreza.
También es fundamental sistematizar datos de la educación formal y no formal, eliminando superposiciones y repeticiones de presupuestos y programas para los fines de eficacia y eficiencia.
No se debe olvidar que es necesario monitorear y evaluar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por Naciones Unidas, sobretodo el ODS 4, referido a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad; y el ODS 5 para lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, esperando que hasta el 2030 una gran parte de jóvenes consiga desarrollar capacidades de lectura y aritmética.
Por fin, los Estados deben trabajar para deconstruir las perspectivas familiaristas y sexistas de las propuestas y contenidos de los programas de educación de adultas/os, e incluir la mirada de género en esos programas, elevando los resultados matemáticos en las mujeres, para su posterior inclusión en carreras científicas y tecnológicas. Allí sí hay un déficit, que es una cuestión de género. Asimismo, habría que estructurar políticas de participación ciudadana y consultas, respetando (y valorizando) las diversidades.